Por Paola Dellepiane
Hace unos días me invitaron a hacer este ensayo, ingresando el siguiente prompt a chatGPT:
sabiendo lo que sabes hasta ahora de mí y con todo lo que he conversado, genera una imagen que me represente.
Aquí comparto el resultado, luego de copiar el prompt en chatGPT:
Aquí tienes una ilustración que representa tus intereses y trabajo. Muestra la combinación de enseñanza, tecnología y creatividad en un entorno educativo moderno, donde la IA y las narrativas se integran de manera inspiradora. Espero que refleje lo que buscabas.
Valió la pena el ejercicio para reafirmar que una de las dimensiones clave de la IA, refiere a los datos, es decir, a toda la información y base de conocimiento que alimenta el entrenamiento de los modelos de la IA generativa.
Si bien reconozco características propias de mi historia en GTP en muchos de los elementos presentados en el retrato/imagen, el sesgo es evidente: por ejemplo, no identifica al género femenino tareas vinculadas con la educación, por lo menos en las primeras interacciones e intercambios.
Me sorprende también algunas inferencias que van más allá de lo que “hablo” con chatGPT: un escenario hiperdigitalizado y robotizado en el cual puede presentarse como indistinguible la presencia de estudiantes robots, conviviendo con humanos ¡Vaya interpretación de los prompts o entradas!
La imagen no es el retrato de lo que soy pero creo que sí funciona como un juego para observar las interacciones con una IA, y detenerme en observar en la imagen características que me interpelan. Por ejemplo, en mis pensamientos, lejos está la idea de reemplazo del hombre por una máquina en tareas tan humanas como las vinculadas a la educación y formación.
Sabemos que estas tecnologías están reemplazando tareas cada vez más sofisticadas, desde programadores, diseñadores hasta científicos. Estos cambios afectan directamente el conocimiento explícito y la calificación humana, pero... ¿la IA nos va a quitar el trabajo? ¿Nos va a reemplazar como humanos?
En este sentido, sigo sosteniendo que nuestra inteligencia humana no se determina por la productividad que podemos alcanzar en nuestros trabajos, sino más bien por las capacidades de conectar con otros, de tomar decisiones, a través de habilidades como la empatía o el juicio crítico.
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