lunes, 28 de abril de 2025

Mientras la IA trabaja, yo enseño: Liberando tiempo docente a través de la automatización inteligente

 Por Mercedes Leticia Sánchez Ambriz y Carlos Bravo Reyes

 

Generada con Copilot


El trabajo del docente es cada vez mayor, a la permanente actualización, se unen informes, creación de cuestionarios y revisión de preguntas de selección múltiple, elaboración de rúbricas estandarizadas, entre otras tareas monótonas y repetitivas que terminan agotando al maestro.

A lo anterior añadimos que su trabajo no termina en el aula, sino en horas dedicadas a: planificación, corrección de tareas y trabajos, organización de materiales y decenas de tareas administrativas, invaden el tiempo destinado al verdadero acto educativo: pensar, crear, enseñar y acompañar. En medio de esta sobrecarga, la inteligencia artificial (IA) se presenta como una aliada estratégica. ¿Y si dejamos que la IA haga lo que no requiere nuestra presencia permanente?

Liberando tiempo.

Muchos docentes aún asocian la IA con la pérdida de control, o con una amenaza a su rol profesional. Pero en la práctica, herramientas como ChatGPT, Grammarly, Quillbot, Perplexity o Canva con IA están siendo utilizadas para realizar tareas que antes tomaban horas. La clave está en comprender qué delegar y qué preservar.

Ejemplos concretos del entorno educativo:

Tarea tradicional

Solución con IA

Redactar rúbricas de evaluación

ChatGPT, Gemini o Rubrik

Corregir ortografía y estilo

Grammarly, DeepL Write

Diseñar presentaciones visuales

Canva con IA, Magic Design

Crear cuestionarios de opción múltiple

Brisk Teacher, Formative, ChatGPT

Adaptar materiales a niveles distintos

Curipod o Education Copilot

Sintetizar textos largos

ChatGPT o Notion AI

Generar secuencias didácticas

Gamma

Crear tutores personalizados

Poe

Análisis de datos educativos

Google Sheets / Excel

Generación de audios

Notebook

La acción educativa no puede ser reducida a un conjunto de tareas repetitivas o meramente administrativas, pues su esencia radica en el vínculo humano, la orientación formativa y la capacidad de generar transformaciones significativas en los estudiantes. Según Floridi et al. (2018), el mayor potencial de la inteligencia artificial está en “permitir que las personas se enfoquen en lo que es éticamente significativo: la relación con los otros, la creatividad, la reflexión crítica”. En este sentido, la integración inteligente de herramientas de IA en el ámbito educativo no implica una sustitución del docente, sino una reconfiguración de su rol hacia actividades de mayor valor pedagógico y humano.

Un profesor que delega tareas repetitivas como la calificación automática, la revisión de asistencia o la organización de contenidos digitales, puede concentrar sus esfuerzos en comprender con mayor profundidad a sus estudiantes, personalizar las estrategias de enseñanza, fortalecer la innovación educativa y promover proyectos interdisciplinarios con un enfoque crítico y creativo. Esta redistribución del tiempo no solo mejora la calidad de la enseñanza, sino que también tiene un impacto positivo en la calidad de vida del docente. Le permite disponer de más tiempo para su desarrollo profesional, su salud mental y su vida familiar, rompiendo con la lógica de la sobrecarga laboral que lo obliga a sacrificar sus fines de semana para completar lo que no pudo hacer durante las clases. Así, la IA se convierte en un asistente ético-pedagógico, liberando tiempo para lo esencial: educar, acompañar y también vivir.

En un comentario anterior expresamos la necesidad de girar 180 gradospasar de la sospecha al empleo de la IA. El miedo de algunos profesores a ser reemplazados por la IA es un reflejo de una vieja narrativa tecnofóbica que ha acompañado a cada revolución tecnológica. Sin embargo, investigaciones recientes afirman que la IA en la educación no reemplaza la figura docente, sino que la redefine: más mentora, más estratega, menos operaria del contenido (Valiña & Mastroleo, 2023).

Dejar que la IA haga lo que no me apasiona no es rendirme, es reafirmar mi rol. No estoy renunciando al trabajo, estoy eligiendo enfocarme en lo que realmente importa: formar personas, no solo entregar contenidos. Porque mientras la IA redacta, corrige o resume, yo escucho, pienso, acompaño y transformo.

La inteligencia artificial no nos quita el trabajo; nos devuelve el tiempo para ejercer plenamente nuestra vocación como verdaderos educadores. Al asumir tareas repetitivas, administrativas o logísticamente complejas, la IA libera al docente de la carga que muchas veces lo aleja del corazón de su laboracompañar, inspirar, orientar y transformar vidas a través del conocimiento y el vínculo humano.

Más que una amenaza, la IA representa una oportunidad para reenfocar la práctica docente en lo esencial: el pensamiento crítico, la empatía, la escucha activa, la creatividad pedagógica y la formación integral del estudiante. En otras palabras, no se trata de enseñar menos, sino de enseñar mejor, con más sentido y con más presencia.

Referencias

Floridi, L. et al. (2018). AI4People - An Ethical Framework for a Good AI Society. Minds and Machines, 28(4), 689–707. https://doi.org/10.1007/s11023-018-9482-5
El Zailah-Bernal, D., & González-Durán, E. J. (2024). Miradas plurales de la tecnofobia. Revista Politécnica, 20(39), 148-156.
Valiña, L. G., & Mastroleo, I. (2023). Los desafíos éticos y científicos de ChatGPT en salud: utopismo, tecnofobia y pragmatismo. https://doi.org/10.31219/osf.io/kvj45

Tomado de 366 días

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