Por Lorenzo García Aretio
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Uno de los elementos distintivos y críticos de la educación a distancia es la tutoría. A diferencia de la enseñanza presencial tradicional, donde el contacto cara a cara es cotidiano, en la EaD la figura del tutor emerge como el puente humano entre el estudiante, físicamente aislado, y la institución educativa. La tutoría en EaD se concibe como el conjunto de acciones de acompañamiento, orientación y apoyo al estudiante durante su proceso formativo no presencial.
Históricamente, las grandes instituciones de educación a distancia (como la UNED en España, la Open University en el Reino Unido o las universidades nacionales a distancia de América Latina) asignaron a los tutores la responsabilidad de humanizar y personalizar el aprendizaje, reduciendo la sensación de lejanía y atendiendo las necesidades individuales de los alumnos. De hecho, la tutoría eficaz se reconoce como un factor clave de la calidad en EaD, incidiendo positivamente en la satisfacción y retención de los estudiantes (Tait, 2000; Simpson, 2013).
En esta entrada analizaremos sus diferentes denominaciones, el rol que desempeña el tutor en la EaD y sus principales funciones pedagógicas, comunicativas y organizativas. La investigación viene enfatizando que la tutoría eficaz es un elemento esencial para que los estudiantes en EaD se sientan acompañados y tengan éxito en sus estudios (García Aretio, 1994; Tait, 2000). Al final de la entrada, como viene siendo habitual en esta serie, se ofrecen preguntas para que las instituciones y equipos docentes reflexionen sobre cómo fortalecer este rol tutorial en sus programas a distancia.
OTRAS DENOMINACIONES DE ESTA FIGURA
La figura responsable del acompañamiento en Educación a Distancia (EaD) adopta múltiples denominaciones, reflejando variaciones contextuales (geográficas, institucionales, culturales, tecnológicas) y pedagógicas. Entre las principales expresiones se encuentran:
- Tutor: Es la denominación más extendida en el ámbito hispanohablante (España y América Latina). La UNED (España) es un ejemplo paradigmático donde el rol del tutor es central, abarcando desde la orientación académica hasta el seguimiento personal.
- Facilitador: Su uso es frecuente en América Latina y el Caribe, donde a menudo se asocia con modelos que promueven la construcción activa del conocimiento.
- Asesor académico/pedagógico: Es una figura clave en instituciones como el Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia (SUAyED) de la UNAM (México). También se encuentran roles similares de asesoramiento pedagógico en universidades brasileñas.
- Mentor: Esta denominación es común en entornos anglosajones, donde se valora una relación de acompañamiento a largo plazo para el desarrollo integral.
- Academic advisor (Profesor consejero): Es característico de sistemas educativos anglosajones. Instituciones pioneras en educación a distancia como The Open University (Reino Unido) y Athabasca University (Canadá) cuentan con figuras dedicadas al asesoramiento académico integral.
Otras denominaciones como consultor académico, formador, “coach” educativo o docente acompañante tienden a describir funciones o enfoques pedagógicos que pueden encontrarse en diversos contextos geográficos e institucionales, sin una asociación tan específica con regiones o entidades concretas como los casos anteriores.
En conclusión, existe una notable intersección funcional entre estos roles (e.g., tutor, asesor, consultor). La elección terminológica obedece a matices en la intervención pedagógica y el grado de seguimiento. Resulta imperativo que cada institución defina explícitamente el perfil, las competencias y las funciones asociadas a cada figura o denominación para evitar ambigüedades y solapamientos.
EL ROL DEL TUTOR EN LA EAD
Vanos a utilizar en esta serie la expresión tutor como aglutinadora de términos afines o cercanos. Más allá de que en cada caso queden claramente definidas denominación, funciones y competencias.
Como ya vimos en entradas anteriores, en contextos de EaD, a menudo se distingue entre diferentes agentes. Si bien, algunas de esas figuras ya estudiadas, decíamos, pueden coincidir en la misma persona, la función tutorial tiene características específicas. El tutor es, ante todo, un facilitador del aprendizaje, su rol se centra menos en proporcionar información (pues los materiales didácticos y recursos ya cumplen, o deberían cumplir, en gran medida esa función) y más en crear situaciones de aprendizaje, acompañar al estudiante en la comprensión de los materiales y desarrollar su autonomía.
Podemos equiparar el rol del tutor al de un mediador pedagógico y motivacional. De hecho, el tutor en línea es quien provoca el aprendizaje, no se debe limitar a esperar preguntas, sino que debe:
- inducir la participación activa del estudiante,
- apoyarlo cuando encuentra dificultades,
- reorientar o enriquecer el proceso cuando es necesario, y
- guiarlo para asegurar que se está avanzando hacia los objetivos.
Esta visión muestra a un tutor proactivo, que toma la iniciativa para que el estudiante no camine solo. A diferencia del profesor tradicional, que a veces es visto como la fuente de saber, el tutor adopta más bien un rol de guía o mentor. Su autoridad no deriva de dar la clase magistral, sino de su capacidad para entender al estudiante, motivarlo y orientarlo a lo largo de su recorrido.
Un tutor eficaz conoce bien el plan de estudios y los materiales del curso, pero debe conocer también a sus estudiantes, sus circunstancias, sus fortalezas y debilidades, sus progresos… Esta labor es especialmente crítica en EaD, donde sin ese acompañamiento personalizado muchos estudiantes podrían desorientarse, desmotivarse y abandonar.
PRINCIPALES FUNCIONES DEL TUTOR EN EAD.
Delineado el rol general, podemos detallar las funciones específicas que realiza un tutor de educación a distancia. Diversos autores (Tait, 2000; García Aretio, 1986, 2001, 2014, 2020, 2021) coinciden en un conjunto de funciones fundamentales, que a continuación resumimos:
Función académica o cognitiva:
Es la más evidente: el tutor debe ayudar al estudiante a comprender los contenidos del curso y a desarrollar las competencias cognitivas esperadas. Esto incluye:
- resolver dudas conceptuales,
- explicar de otra forma los puntos difíciles,
- aportar ejemplos adicionales, y
- guiar en la aplicación del conocimiento.
En la práctica, el tutor:
- responde preguntas vía foros o mensajería,
- puede ofrecer sesiones de repaso o clases de consulta (virtuales, y en algunos modelos también presenciales), y
- proporciona retroalimentación sobre las evaluaciones con el fin de mejorar la comprensión.
Esta función tiene un carácter didáctico, el tutor debería traducir el lenguaje de determinadas partes esenciales o especialmente complejas del texto o material de estudio, al lenguaje del estudiante, detectando ambigüedades o malentendidos y corrigiéndolos. La tutoría funcionaría como un soporte del aprendizaje autónomo que impulsa al alumnado a la propia construcción del conocimiento. En resumen, el tutor debe ser un facilitador cognitivo, se asegura de que el alumno capte los conceptos clave y sepa aplicarlos, aclarando el proceso cognitivo.
Función orientadora o de guía metodológica:
Más allá del contenido específico, si no existe otra figura o instancia institucional para ello, el tutor debe orientar al estudiante en cómo aprender. Muchos alumnos a distancia, especialmente si son nuevos en esta modalidad, necesitan guía sobre estrategias de estudio independiente:
- cómo organizar su tiempo semanal,
- cómo leer y tomar notas de materiales extensos,
- cómo autoevaluarse,
- cómo aprovechar eficientemente la plataforma virtual, etc.
El tutor asume entonces un rol de consejero pedagógico:
- enseña técnicas de estudio,
- aconseja rutinas,
- recomienda recursos complementarios y, en general,
- enseña a aprender en la distancia.
También implica asesoramiento sobre el aprovechamiento de los materiales:
- indicar qué capítulos son prioritarios,
- cómo abordar las actividades prácticas, o
- cómo prepararse para un examen en línea o presencial.
Esta labor orientadora busca fomentar la autonomía del estudiante, dotándolo de herramientas para autorregular su aprendizaje. En síntesis, el tutor se ofrece como un coach educativo personal, adaptando sus consejos a las circunstancias de cada estudiante para que este pueda gestionar eficazmente su aprendizaje.
Función motivacional y de apoyo afectivo:
Sostener la motivación del estudiante a distancia es crucial para prevenir la deserción. El tutor debe cumplir aquí una función de animador:
- brinda refuerzos positivos,
- celebra los avances, y
- ayuda a superar bajones anímicos.
Por ejemplo, si un estudiante deja de participar en un foro, el tutor puede contactarlo individualmente para preguntarle si tiene dificultades y animarlo a reincorporarse, mostrando interés. Si un alumno obtiene un mal resultado en una tarea, el tutor ofrece feedback constructivo y lo alienta a volver a intentarlo, resaltando sus capacidades de mejora. Esta función afectiva requiere empatía y comprensión, para entender que los alumnos a distancia suelen compaginar estudios con trabajo, familia y otras responsabilidades, y que a veces necesitan flexibilidad o simplemente ser escuchados.
Un buen tutor crea un clima de confianza donde el estudiante no teme expresar que algo no va bien. Más allá de las posibilidades que hoy nos ofrecen las tecnologías digitales, aunque la comunicación fuese mediada por texto, es posible transmitir cercanía mediante un tono amable, el uso del nombre del estudiante, o incluso pequeños gestos como emoticonos formales, no digamos si utilizamos audio o vídeo síncrono o asíncrono. Esta función, a menudo invisibilizada, es un factor de humanización de la EaD y contribuye enormemente a que el alumno persevere. Los testimonios de estudiantes suelen mencionar la “cercanía” y “calidez” de sus tutores como decisivas para seguir adelante en momentos difíciles.
Función de evaluación continua y retroalimentación:
El tutor suele ser quien evalúa las actividades de seguimiento y pruebas de evaluación formativa continua (ejercicios, foros, trabajos) de los estudiantes y quien provee la correspondiente retroalimentación individual. Así es que esta función, como decimos, va de la mano de la evaluación formativa. Al corregir un ejercicio o tarea, el tutor señala aciertos, detecta errores o conceptos mal comprendidos y ofrece explicaciones adicionales. Así, cada devolución de una tarea se convierte en un acto tutorial de enseñanza personalizada. Además, el tutor lleva un seguimiento de los progresos, informa al estudiante cómo va en el curso, si ha mejorado o necesita reforzar algún tema.
Muchos sistemas de EaD establecen mecanismos de evaluación formativa y continua gestionados por tutores, por ejemplo: cuestionarios autocalificables cuyos resultados revisa el tutor para identificar áreas débiles y reforzarlas, o pruebas de evaluación parciales cuya devolución sirve para reencaminar al estudiante antes de otras pruebas de carácter sumativo. La evaluación formativa, continua, justa y orientadora suele ser una responsabilidad central del tutor, ya que de ella depende en gran medida la percepción de logro y competencia que desarrolla el estudiante. Un tutor competente dedica tiempo a dar feedback de calidad, consciente de su impacto en el aprendizaje y en la motivación del alumno.
Función administrativa y de enlace institucional:
Aunque la labor principal del tutor es pedagógica, en algunas instituciones también puede actuar como enlace entre el estudiante y la institución en otros aspectos más administrativos. Esto puede implicar:
- informar al alumno sobre procedimientos (matrícula, uso de la biblioteca digital, solicitud de certificados),
- analizar consultas específicas a otras dependencias (soporte técnico, secretaría académica) o, incluso,
- mediar en solicitudes especiales (por ejemplo, gestionar ante los coordinadores una prórroga en una fecha de entrega si el estudiante tiene una causa justificada).
De esta manera, el tutor ayuda a que el estudiante navegue el sistema institucional, no se pierda en la burocracia y se concentre en aprender. Esta función es especialmente importante en instituciones con miles de alumnos, donde el tutor es la cara accesible de la universidad para ese estudiante. Asimismo, el tutor puede levantar alertas institucionales, si detecta que muchos alumnos tienen cierto problema con un determinado contenido o recurso o que hay una queja recurrente, lo comunica a los responsables del curso para introducir mejoras. En cierto modo, el tutor es un gestor de la calidad del servicio educativo a nivel micro, porque su interacción con los estudiantes le permite recoger información valiosa sobre qué está funcionando y qué no en el curso.
Función social o de dinamizador de comunidad:
Finalmente, en entornos virtuales el tutor a menudo asume la tarea de construir comunidad de aprendizaje. Esto se refleja, por ejemplo:
- en foros de presentación al inicio de curso (donde el tutor invita a todos a presentarse y rompe el hielo),
- en la promoción de trabajo colaborativo (formando grupos, proponiendo actividades en equipo y mediando en sus interacciones), y
- en velar por un clima comunicativo respetuoso y participativo.
Un tutor exitoso consigue que los estudiantes no se sientan solos, sino parte de un grupo de compañeros con quienes pueden intercambiar ideas y apoyarse. Para ello, suele fomentar que los estudiantes compartan experiencias, modera debates de manera que todos tengan voz, y puede organizar eventos síncronos voluntarios (como videoconferencias informales) para fortalecer la cohesión grupal.
Esta función social es importante para crear un sentido de pertenencia a una comunidad de aprendizaje. El tutor actúa, pues, como dinamizador: enciende y mantiene viva la interacción entre pares, entendiendo que el aprendizaje también tiene una dimensión colectiva y afectiva.
En resumen, las funciones del tutor en EaD se podrían sintetizar diciendo que el tutor es responsable de la personalización del proceso formativo y del acompañamiento integral del estudiante a distancia. Cabe mencionar que con la introducción de nuevas tecnologías, algunas de estas funciones empiezan a ser apoyadas por sistemas automatizados (por ejemplo, plataformas que envían recordatorios o chatbots que responden preguntas frecuentes).
Sin embargo, la figura del tutor humano sigue siendo insustituible en la esfera del apoyo emocional, la comprensión profunda de las necesidades individuales y el juicio pedagógico para casos complejos. Incluso los llamados sistemas tutores inteligentes se conciben como herramientas para aliviar parte de la carga repetitiva del tutor humano, para que este pueda concentrarse en las tareas de mayor valor añadido (Aleven et al., 2016). La tutoría en EaD, en definitiva, ejemplifica la combinación de pedagogía y empatía potenciada por la tecnología pero centrada en la persona.
CONCLUSIÓN
La tutoría es uno de los elementos estructurales más distintivos y necesarios en la educación a distancia. Frente al riesgo de aislamiento del estudiante, el tutor actúa como un puente humano que:
- facilita el tránsito por el entorno virtual,
- proporciona apoyo académico y emocional, y
- genera las condiciones para un aprendizaje más personalizado y motivador.
El rol tutorial trasciende la simple atención a dudas: implica acompañar, orientar, sostener y, en muchos casos, empoderar al estudiante para que se convierta en sujeto activo de su formación.
Este rol, sin embargo, no es homogéneo ni estático, ni siquiera sus denominaciones. La tutoría adopta distintas formas según el modelo institucional, el nivel educativo, la tecnología disponible y la concepción pedagógica del programa. Puede ser:
- más centrada en lo académico o en lo psicoeducativo;
- más directiva o más constructivista;
- más individual o más grupal.
En todos los casos, la clave está en su capacidad para generar cercanía en la distancia, canalizar las necesidades de los estudiantes y colaborar activamente con el resto del equipo docente.
Para que este rol despliegue todo su potencial, es necesario reconocerlo institucionalmente, definir sus funciones con claridad, y dotarlo de formación específica. El tutor necesita:
- comprender el modelo educativo en el que se inserta,
- dominar las herramientas de comunicación y seguimiento,
- saber interpretar los indicadores de progreso y abandono,
- manejar estrategias de intervención pertinentes, y
- en contextos donde la IA comienza a asumir algunas tareas automatizadas, el valor de la tutoría reside precisamente en su dimensión humana, empática y personalizada.
En definitiva, la figura del tutor no puede entenderse como un recurso complementario, sino como un agente esencial de la calidad y equidad en la educación a distancia. Fortalecer su papel es fortalecer el acompañamiento integral del estudiante.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE
- En nuestros programas a distancia, ¿qué mecanismos existen para evaluar la calidad de la tutoría ofrecida? ¿Recabamos la opinión de los estudiantes sobre sus tutores y retroalimentamos a estos sobre su desempeño?
- Con el crecimiento de las cohortes online, ¿cómo podemos apoyar a los tutores para que no se vean desbordados y mantengan un seguimiento personalizado?
FUENTES
- Aleven, V., McLaughlin, E. A., Glenn, R. A., & Koedinger, K. R. (2016). Instruction based on adaptive learning technologies. En R. E. Mayer & P. A. Alexander (Eds.), Handbook of research on learning and instruction (2ª ed., pp. 522–560). Routledge.
- García Aretio, L. (1987). Un modelo de acción tutorial presencial. A Distancia, núm. 3-1987, .
- García Aretio, l. (1993). Diseño y desarrollo del Curso de educación a distancia impartido por el IUED de la UNED a los profesores tutores de los Centros. Convocatoria competitiva de la UNED.
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García Aretio (26 de mayo de 2025). El tutor en la educación a distancia: rol y funciones (C.EaD-41). Contextos universitarios mediados. Recuperado 8 de junio de 2025 de https://doi.org/10.58079/140h5
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