lunes, 10 de mayo de 2021

Ambientes educativos a distancia, híbridos o combinados, ¿igualan o desigualan? Y llegó el COVID 1 respuesta

 Escribe Lorenzo García Aretio

En la entrada anterior escribía sobre el importante tema de la igualdad, desigualdad, equidad, exclusión, diferencias, etc., relacionados con el ámbito de la educación. Algunas ideas fundamentales allí vertidas

  • La educación pretende el logro de aprendizajes valiosos.
  • Todos tienen derecho inalienable a una educación de calidad.
  • Los poderes públicos están obligados a posibilitar la igualación en el acceso al bien de la educación.
  • También igualar las posibilidades para la permanencia y promoción dentro del sistema educativo.
  • Esos derechos de acceso y de permanencia deberán adecuarse siempre al principio del respeto a las diferencias individuales.
  • La equidad perseguible, supondría facilitar medios, recursos, vías…, diferentes a quienes, por múltiples factores, son diferentes.

Llegados a este punto nos podríamos preguntar, si especialmente nos fijamos en el nivel universitario, la educación a distancia, hoy digital, los modelos híbridos y combinados, pueden:

  • ¿conformarse como instrumentos adecuados para facilitar el principio de igualdad de oportunidades de acceso?,
  • ¿igualar las oportunidades de permanencia en el sistema?,
  • ¿convertirse también en modalidades compensadoras de ciertas desventajas?, etc.

Resulta evidente que si hablamos del nivel de estudios superiores, sería complicado contar con centros universitarios accesibles a toda la población en formato presencial, más allá de la justicia social que puedan suponer los sistemas avanzados de becas de ayuda al estudio.

Ahí incursionó en su momento la educación a distancia que, desde muchas instituciones, vino ofreciendo programas de aceptable calidad educativa que supusieron una destacada función social de apoyo determinante al principio de esa igualdad de oportunidades y a la democratización del acceso a los estudios de nivel superior. Porque no olvidemos que, en su momento y, aún hoy en zonas geográficas desfavorecidas:

  • Los sistemas presenciales no podían cubrir la alta demanda de educación existente, que se pudo ver atendida con formatos no presenciales;
  • las poblaciones alejadas geográficamente de los centros de estudio se vieron compensadas con las posibilidades que les brindaban los modelos no presenciales;
  • los trabajadores en activo, que aspiraban a un nivel educativo superior con el afán de promocionar profesional y socialmente, vieron inmensas posibilidades en modalidades que no exigían presencia sistemática en las aulas;
  • las entonces amas de casa, los reclusos, los hospitalizados, los emigrantes, etc., encontraron en estos sistemas posibilidades inusitadas para cumplir el deseo de la formación, la promoción social, la mejor inserción en el entorno, etc.

Pero en todos esos casos hablamos de estudios universitarios, de reciclaje, de actualización profesional, etc. No se idearon inicialmente estos formatos para estudios en niveles inferiores, para niños o adolescentes, cuya necesidad de socializar en presencia supone un hándicap serio para este tipo de programas educativos y de formación.

Pero en marzo de 2020 llegó el COVID-19 y las consiguientes órdenes de confinamiento y cierre de centros educativos. Y, en general, el sistema educativo de los diferentes países respondió, no se detuvo, gracias a que existían experiencias muy exitosas de educación a distancia digital. Y, aunque estos sistemas, como ya indiqué, inicialmente se fueron estableciendo para jóvenes y, especialmente, adultos, no para adolescentes ni, mucho menos, para niños, resulta que ofrecieron oportunidades para que no se decretase un largo período vacacional que hubiese agregado mayor daño a la propia gravedad de esta desgraciada pandemia.

Y, más allá de las reticencias de algunos, o de muchos, los docentes de todo el sistema educativo tuvieron una respuesta extraordinaria, que merecería mayor reconocimiento social, sin que nadie les hubiese preparado para estas nuevas metodologías y, generalmente, con escasísimo apoyo de las administraciones públicas que, obviamente, se vieron desbordadas por la situación.

Y, claro, llegaron a aflorar más las desigualdades. Ya, no todos, ricos y pobres, estaban en la misma aula ni codo con codo con sus iguales, ni en la presencia física del mismo profesor. Y, lo peor, no todos contaban con:

  • Conectividad a Internet en sus hogares;
  • y, si la tenían, con calidad o ancho de banda aceptable;
  • ni tenían dispositivos tecnológicos con capacidad de vídeo síncrono (¿uno para cada hermano?…).
  • ni con espacio de trabajo, entorno y ambiente familiar adecuados;

En consecuencia, una educación a distancia digital que supuso, y sigue suponiendo, un instrumento ideal para la igualación de oportunidades, para el acceso al bien de la educación de aquellas poblaciones marginadas de ese beneficio, resulta que, a la vez, pudo suponer un instrumento de clara discriminación  para las clases más desfavorecidas que no disponen de las condiciones antes señaladas o, si cuentan con ellas, son de ínfima calidad con respecto a los estudiantes más favorecidos socieconómicamente.

Mis queridos lectores, lo que llega a incomodar, a mí, y a otros muchos defensores y practicantes de estos formatos digitales es que, a raíz de estos  argumentos razonables, lógicos, ciertos y bien mostrados durante la pandemia y en períodos de pospandemia, se trate de descalificar a la educación a distancia digital, en las diferentes formulaciones que se muestran en la imagen de este post,  sin otros más argumentos sólidos de carácter pedagógico.

En más de una entrada a este blog he tratado de mostrar las ventajas, la eficacia y los resultados de estos procesos educativos, siempre que se respeten los requerimientos y diseños apropiados y según nivel e índole del curso. De acuerdo con la propia UNESCO, el impacto de estos sistemas, en el aprendizaje adulto, es indudable.

Si volvemos a mi post anterior en este blog, allí me refería al concepto de equidad. En realidad es lo que «predico», equidad, más allá de la igualdad. Si el confinamiento de hace un año llegó súbitamente y sin previsión educativa alguna, esta última circunstancia no debería darse en una segunda ocasión. Y lo mismo, en situaciones de posconfinamiento, de propuestas híbridas o combinadas.

Al igual que esas decisiones a la hora de facilitar libros, materiales de estudio, transporte escolar, etc., deberán activarse otras nuevas medidas compensatorias, para que en momentos similares a los que hemos vivido este último año, no se produzcan tantas desigualdades, brechas o desventajas educativas.

Un derecho universal a la educación, debe ser concomitante con un derecho universal a la conectividad, a contar con dispositivos y espacio físico apropiado para el estudio. Ello haría posible que aquella educación a distancia de entonces, analógica y de profundo servicio a la sociedad y a la igualación de oportunidades, pudiera hoy equiparar y compensar situaciones de desventaja educativa, a través de sistemas a distancia, híbridos o combinados. Esas desigualdades no dependen de las metodologías pedagógicas, dependen de las respuestas de las administraciones públicas a propiciar modalidades educativas que pueden resolver numerosos problemas y limitaciones de los sistemas presenciales.

Una educación a distancia analógica igualó oportunidades de acceso para muchos sectores de la población, aunque una educación a distancia digital, más allá de seguir ofreciendo servicio educativo a personas alejadas de ese bien, generó desigualdades debido a la brecha.

Pero, en efecto, una educación a distancia digital aportó más soluciones que problemas en momentos de emergencia. Y, una educación a distancia digital puede brindar mucho progreso social y conformar un argumento para que los gobiernos de los diferentes países apuesten seriamente porque un derecho de acceso al mundo digital sea, al igual que la educación, un derecho universal. Acercar las orillas de la brecha digital y de las otras brechas, y si es posible, zurcirlas, pegarlas o sellarlas de la mejor manera posible.

ENTRADAS ESPECIALES COVID-19 – SUGERENCIAS PARA LA EMERGENCIA Y, EN SU CASO, PARA EL TRÁNSITO A LA EDUCACIÓN A DISTANCIA DIGITAL PLENA O COMBINADA

Citar así esta entrada:
García Aretio, L. (27/04/2021). Ambientes educativos a distancia, híbridos o combinados, ¿igualan o desigualan? Y llegó el COVID. Contextos universitarios mediados. (ISSN: 2340-552X). Recuperado de https://aretio.hypotheses.org/5841.

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