viernes, 5 de abril de 2024

Apuntes experienciales: Una forma sencilla de mejorar el aprendizaje.

 Por Ángel Fidalgo

Los principios básicos del aprendizaje organizacional establecen un binomio de comunicación entre las personas que trabajan en la organización y la propia organización.

Si se gestiona y comparte el conocimiento, experiencia y aprendizaje que las personas adquieren trabajando en la organización, esto repercutirá tanto en la mejora del conocimiento de las propias personas, la realización de los procesos de trabajo más efectivos y, por tanto, la mejora en la organización. De todo ello se benefician tanto los trabajadores actuales como los futuros trabajadores.

Si llevamos todo esto al aprendizaje académico, el aula sería la organización, los estudiantes los trabajadores y el profesorado, entre otras cosas, el gestor del conocimiento que se produce en el aula.

El sistema se puede aplicar fácilmente; en la figura se muestra un algoritmo (*) donde el alumnado organizado en equipos puede gestionar y compartir su aprendizaje y experiencia.

La idea básica es que la asignatura disponga de un repositorio online, o un espacio online que todo el alumnado y profesorado pueda consultar y donde se almacene la experiencia del alumnado. Asimismo, se requiere organizar grupos de trabajo.

Una vez creado el repositorio se inicia el proceso. A continuación se expone un resumen, pero se aconseja ir al enlace anterior para verlo de forma completa.

  • Después de una sesión de aprendizaje (puede ser un tema, una clase, una actividad,…) cada grupo se reúne e identifica una serie de características de la sesión, pero lo importante es identificar los puntos débiles, por ejemplo, las personas que no han entendido o enterado de una parte o de la sesión de aprendizaje. En ese caso, el grupo se pone a trabajar sobre el punto débil; la idea es que las personas que lo han entendido preparen un recurso para ayudar a las personas que no lo entendieron. También se puede encargar que preparen el recurso las personas que no lo han entendido y que utilicen a sus compañeros o al profesorado como asesores para hacer un recurso.
  • En cualquier caso, siempre debe haber un control de calidad; por ejemplo, si el recurso lo han elaborado las personas que entendieron la sesión de aprendizaje, el control de calidad es que los que no se enteraron acrediten que ahora con ese recurso sí se han enterado.
  • Una vez que se ha superado el control de calidad, se añade el recurso al repositorio asociando meta información como la actividad de aprendizaje, la dificultad, utilidad, etc. De esta forma, es el propio alumnado quien comparte su propia experiencia de aprendizaje, creando unos apuntes experienciales de la asignatura.

Pero además, hay una serie de ventajas; el profesorado tendrá una foto en tiempo real de lo que el alumno ha aprendido, o de las dificultades en el aprendizaje de acciones concretas y, de esta forma, el profesorado también podrá aportar nuevo conocimiento.

Por ejemplo, si en todos los grupos hay coincidencia de que una actividad de aprendizaje ha sido compleja y una mayoría de alumnos no lo han entendido, puede ser el propio profesorado quien haga un nuevo recurso.

Llevo años haciendo esto en alguna asignatura y realizado estudios sobre esta acción. Una de las conclusiones principales, además de la utilidad para el grupo de alumnos que prepara los recursos, es que, sobre todo en los primeros meses de una asignatura, el alumnado utiliza y valora los recursos que han creado sus compañeros de cursos anteriores, mejorando significativamente el aprendizaje y los resultados académicos.

Tomado de Investigación e Innovación educativa

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