Quizás alguien puede pensar que algunas de estas entradas del blog son excesivamente teóricas. Ya me he referido en alguna ocasión a que no es bueno separar la práctica de la teoría. No hay mejor práctica que una buena teoría, decía Kurt Lewin. Y si unas teorías no iluminan buenas prácticas, es que no son buenas teorías. Separar los diferentes tipos de saberes no resulta aconsejable. Tampoco en educación.
En lo que respecta a la entrada de hoy, alguien podrá preguntarse, ¿de qué me sirve a mí conocer los diferentes tipos de evaluación?, prefiero una determinada receta que me permita aplicar. Sinceramente, creo que el buen docente no se reconoce en esa postura. Por eso, hoy voy a ofrecer las diferentes modalidades de evaluación que no implica que unas y otras sean excluyentes. al menos para que se conozcan, si no se saben ya, las diferentes posibilidades que se nos presentan desde esta esencial variable curricular, la evaluación. Una evaluación bien diseñada es la mayor garantía de un aprendizaje de calidad y, también, de una docencia enfocada a resultados de aprendizaje valiosos. Veamos (García Aretio, 1994 y 2001).
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