De poco serviría que la evaluación terminase con la toma de decisiones por parte del profesor, una vez medida y enjuiciada la calidad de los aprendizajes del estudiante. La información extraída de la evaluación final se hace absolutamente necesaria a diversas instancias: profesor, centro, institución o empresa, administración y, naturalmente, estudiante. A este último es a quien más importa y a quien más va a beneficiar esta información, al igual que la generada por otras fases o etapas de la evaluación continua (García Aretio, 1994).
Se trata de la información de retorno, realimentación o feedback, tras la realización de una determinada prueba, actividad o tarea. De hecho, la evaluación continua, para ser a la vez formativa, se debería configurar como un feedback permanente entre docente y estudiante, que informe de las carencias y logros respecto a esa actividad realizada, propicie una autorregulación en el estudio y redirija al logro de las competencias y objetivos no logrados. Si no existiese el feedback, no hay evaluación formativa. Si no se muestra a los estudiantes los resultados de sus avances y no se les orienta hacia la mejora, la evaluación, educativamente hablando, serviría de poco...
... Pero si ahora nos centramos en la heteroevaluación, la información de retorno o feedback habría de pasarse al estudiante siempre que éste haya realizado un acto evaluativo, haya sido a distancia o presencial. Y esta información o realimentación debería contar con una serie de rasgos.
Características de la información de retorno.
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