Escribe Antonio Bolívar
Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Univ. de Granada
Editor de la Revista “Profesorado. Revista de Currículum y Formación del Profesorado”
Continuando con la problemática que nuestras revistas y el profesorado universitario como investigadores, que iniciamos en un trabajo en Aula Magna 2.0 (Bolívar, 2019), que ha despertado mucho interés, y que he continuado con mi colega Geo Saura en un trabajo en prensa (Saura y Bolívar, 2019), voy a plantear –más ampliamente- lo que se ha dado en llamar “capitalismo académico”, que nos incumbe directamente tanto como editores como académicos. Hemos de ser conscientes que, de continuar expandiéndose, como parece inevitable, acabará con lo que hasta ahora hemos entendido como “ciencia” y configurará otros sujetos académicos, entregados a ser cuantificados y bibliometrificados.
La expresión anglosajona Academic Capitalism (en adelante AC) lo inaugura el libro de Slaughter y Leslie (1997), muy bien acogido en el mundo académico (más de 6.000 citas en Google Scholar), lo empleaban para describir el creciente desplazamiento, respondiendo a tendencias neoliberales, de la investigación en la universidad como un subconjunto de la política económica de carácter privado. Los mecanismos propios del mercado competitivo se introducen y funcionan como naturales por parte de las universidades y los profesores. Parte de este fenómeno es la competencia institucional y docente por la financiación o ganancias, ya sea como subvenciones o contratos y otras muchas formas. Esta actividad del mercado se ha ido expandiendo hasta llega a abarcar, no solo las ventas de productos, sino la má “inmaculada” como la autonomía de la investigación científica, que se ve “contaminada” y subordinada a los recursos que proporciona el capital. Como una de las variedades del Capitalismo Académico, está el “pagar por publicar” tanto en las editoriales como en las revistas depredadoras, aprovechándose de la necesidad de “publish or perish” de este CA.
Jeffrey Beall (2017) habla del colapso de las publicaciones académicas, como manifiestan tanto la proliferación creciente de revistas “depredadoras” como el “pagar por publicar”, cada vez más generalizado en el mundo editorial español e internacional. El asunto no es tanto el pago, sino que el criterio primero sea el pago (author-pays), no la calidad y revisión académica por pares de su relevancia científica. Las revistas depredadoras se convierten en repositorios donde los autores pagan para que sus artículos se conviertan en documentos pdf, colocados bajo el nombre de una revisa en Internet. Como fuente potencial de ingresos, la industria editorial académica se ha entregado los editores depredadores. Como dice un buen conocedor: “La industria editorial académica no tiene un sistema de credencialización, ningún control de calidad, y muchas de las empresas de apoyo editorial, como Crossref (el proveedor de identificadores de objetos digitales, DOI), acogen con satisfacción las revistas depredadoras como fuentes de ingresos adicionales” (Beall, 2017, p. 277). En fin, el acuerdo tácito hasta ahora existente (mantener altos niveles de integridad y exigencia académica en las publicaciones) se ha abandonado, con una complicidad y consentimiento mutuo (editores y autores). Si este es el juego existente, se viene a decir, juguémoslo, si no queremos quedar fuera.
De este modo, las Instituciones de Educación Superior (y sus investigadores) se desplazan desde un régimen público de conocimiento/aprendizaje hacia un régimen de conocimiento/aprendizaje de capitalismo académico. No obstante, es obvio, ambos regímenes coexisten y sobreponen parcial y variablemente, creándose así un espacio híbrido donde lo público coexiste de diversas nuevas formas con lo privado, generando tensiones y conflictos identitarios en los profesionales, como comenta Brunner (2019b). En este marco, señala (p. 19), “aparecen los factores institucionales de competencia, la comparación y el benchmarking de los sistemas nacionales de educación superior y losrankings que determinan la marca reputacional de las universidades, fenómeno que a escala global alimenta una carrera por personal, recursos y prestigio para así calificar como world-class university”.
Esta expansión del concepto de “capitalismo académico”, paralela a la ocurrida en la realidad, es juzgada positiva por los autores (Slaughter & Leslie, 2001), en la medida que proporciona una base teórica para explicar mejor los movimientos irregulares hacia el mercado de las universidades de investigación pública en USA. Permite identificar y evidenciar los puntos estratégicos de cambio, motivados por el mercado, en torno a los cuales se puede movilizar la resistencia. Más allá de las tradiciones y lenguas nacionales, acaba imponiéndose, como modelo dominante el anglosajón, que lleva aparejado esta teoría y práctica del AC. El profesor Joaquín Brunner y su equipo (2019a, 2019b) acaban de hacer una revisión del concepto y su extensión en América Latina.
Al menos, señalan Brunner et al. (2019b), hay que distinguir dos niveles dentro del enfoque del AC: elementos estructurales y modos de actuar de los distintos actores, junto a distinguir niveles y variedades del AC, propias de cada contexto. Esta distinción, estimo, es relevante porque permite diferenciar entre comportamiento de los actores y estructuras que los inducen, posibilitan o promueven. Por encima (o debajo) de ambos, un nivel superior o superestructural, que establece la gobernanza del sistema. Y todo ello, como planteamos a continuación, en un marco de introyección de dichos mecanismos por los académicos como naturales.
El filósofo berlines Byung-Chul Han (de origen coreano), en diferentes ensayos (La sociedad del cansancio y, sobre todo, en Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder), ha descrito como, referido al capitalismo en general y en concreto a la etapa actual de neoliberalismo, en lugar de la alienación y explotación ajena, se vive -y esta es su fuerza- una autoexplotación voluntaria. En esta sociedad del rendimiento neoliberal, aplicándolo nosotros al académico en formación se ha convertido en un animal laborans,“verdugo y víctima de sí mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso. La explotación por otros, queda interiorizada: “la explotación de sí mismo es más eficiente que la ajena porque va unida a la idea de libertad”, dice Han. El énfasis actual sobre el emprendimiento hace que los sujetos se “autoexploten” y a la vez puedan pensarse como “libres”. De este modo, esta forma de explotación resulta, asimismo, mucho más eficiente y productiva debido a que el individuo decide voluntariamente explotarse a sí mismo hasta la extenuación, generando individuos depresivos, cansados. Así, ante la exigencia, propia del CA de autoría de artículos anglosajones en JCR-Q1, establecida por la ANECA para la acreditación de CU en el ámbito de la Educación, los académicos aspirantes lo ven como algo natural, que el problema (interiorizado) es que ellos no los poseen y son los culpables, por lo que se van a autoexplotar para conseguirlos. Solo de esta manera se puede explicar el silencio “asombroso” que se ha producido, con pequeñas excepciones, en el ámbito académico de la Educación. La fuerza del CA es que ya ha sido introyectado.
Por más que nos lamentemos, la Universidad y la Investigación alejada en su torre de Marfil ha dejado de existir. En el referido ensayo de Brunner (2019b) describe cómo el ideal humboldtiano de la Universidad y de la Bildung ha desaparecido en función de la competencia, mercado y sociedad performativa. Con acierto recuerda que ya lo vio Max Weber con el progresivo “desencantamiento” del mundo por el avance de la racionalidad científico-técnica. La autonomía crítica propia de académico y de la Universidad está desapareciendo. Habermas (1987), desde la mejor tradición ilustrada y alemana, reivindica una Universidad, como servicio público, para la formación de ciudadanos críticos, competentes profesionales y con una deontología profesional, ahora periclitada. Frente a los efectos colonizadores del sistema (estructuras económicas y de poder), señalaba: “El sistema científico diferenciado no se debe fusionar justamente, sólo con la economía, la técnica y la administración, sino que debe quedar enraizado más allá del vínculo tradicional de sus funciones en el mundo de vida” (p. 10). Sin alimentar ninguna nostalgia académica de tiempos pasados, sin embargo, hemos de denunciar, antes que sea tarde, ha llegado el momento de decir que no a algunas de las variedades del AC, antes que se introyecte como “es lo que hay” (it is what it is).
Como advertía Antonio Nóvoa en su conferencia en el ECER celebrado en Porto, precisamente titulada “What Is Educational Research For?”, el futuro de la investigación educativa es incierto, como evidencia el malestar profundo, que afecta la vida académica y universitaria. Signos que se han multiplicado a un ritmo alarmante en los últimos años, síntomas de corrosión. Algunas de las prácticas que hemos descrito están destruyendo nuestra vida académica y nuestra libertad intelectual, están empobreciendo el trabajo científico, en particular en el campo de la investigación en educación.
Referencias bibliográficas:
Beall, J. (2017). What I learned from predatory publishers. Biochemia Medica 27(2), 273-278. DOI: 10.11613/BM.2017.029
Bolívar, A. (2019). El “medio es el mensaje” o la mercantilización de la investigación educativa. Un negocio creciente. Aula Magna 2.0. [Blog]. Disponible en:https://cuedespyd.hypotheses.org/5798
Brunner, J. J., Labrana, J., Ganga, F., & Rodríguez-Ponce, E. (2019b). Circulación y recepción de la teoría del “capitalismo académico” en América Latina. Archivos Analíticos de Políticas Educativas, 27(79). https://doi.org/10.14507/epaa.27.4368
Brunner, J. J.; Labraña, J.; Ganga, F. y Rodríguez-Ponce, E. (2019a). Idea moderna de Universidad: de la torre de marfil al capitalismo académico. Educación XX1, 22(2), 119-140, doi: 10.5944/educXX1.22480
Saura, G. y Bolívar, A. (2019). Sujeto académico neoliberal: cuantificado, digitalizado y bibliometrificado, Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación(Reice) (en prensa)
Slaughter, S., & Leslie, L. L. (1997). Academic capitalism: Politics, policies, and the entrepreneurial university. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
Slaughter, S., and Leslie, L. L. (2001). Expanding and elaborating the concept of academic capitalism. Organization, 8, 154-161.https://doi.org/10.1177/1350508401082003
Cómo citar esta entrada:
Bolívar, A. (2019). El “capitalismo académico” y la investigación educativa. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/6465
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores
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