Escribe Dolors Reig
Dejo la entrevista que me realizaban hace unos días porque me ha parecido interesante para quienes me seguís aquí. Trata sobre el escrutinio en redes sociales, el por qué nos sentimos con el derecho de criticar abiertamente el físico de los demás en estos (y otros) contextos. Nos leemos pronto :)
¿Por qué en redes sociales nos sentimos con el derecho de criticar abiertamente el físico de los demás?
Bueno, la pregunta es por qué nos sentimos con ese derecho en cualquier ámbito. Siempre digo que las redes sociales son las nuevas ágoras públicas, las nuevas plazas del pueblo. Han cambiado algunas cosas respecto a las primeras, pero el ser humano no ha evolucionado lo suficiente como para controlar algunos de sus defectos. Este es uno de ellos que, además, amparado en el anonimato, se magnifica.
Estadios deficientes en la evolución ética de una persona son aquellos en los que nos comportamos educada y respetuosamente con los demás debido al control social, a lo políticamente correcto o por miedo al “peso de la ley” y no por convencimiento propio (estadios de evolución moral de Kholberg). Quien critica el físico de los demás en redes sociales y no en otros ámbitos, sea por miedo a quedar mal o por miedo a ser castigado por la ley es probable que, simplemente, esté poco evolucionado.
Primero, ¿por qué esa necesidad de criticar? Parece que, cuando alguien ve algo que no le gusta del físico de otra persona, se siente en la obligación de hacérselo saber, ¿por qué? Si esa persona no ha pedido opinión, ¿por qué ese impulso de manifestar la tuya?
Por inseguridades, por envidia, por competitividad, hay mil motivos, todos ellos basados en la necesidad de estar por encima de los demás. Cuando alguien tiene problemas de autoestima, inseguridades mal gestionadas, etc., cuando alguien se siente por debajo de los demás, tiene dos opciones: luchar, crecer por sí mismo, subir peldaños, o pisotear a los demás. Muchas veces no somos lo suficientemente fuertes o no tenemos los recursos necesarios para optar por lo segundo. Es algo similar a la proyección, esa tendencia a destacar en los demás lo que más odiamos e intentamos ocultar de nosotros mismos. También a aquello tan antiguo de que “la gente critica lo que no entiende”. Lo que tememos, lo que ansiamos en el fondo, lo que nos violenta y nos hace, de nuevo, sentir inferiores, es criticado. Pensemos en lo habituales que son las críticas sobre el físico de las mujeres socialmente relevantes, en política y otros ámbitos…
Y segundo, ¿por qué en redes sociales nos permitimos hacer daño de un modo que nos parece impensable en la vida real? A nadie se le ocurriría, estando en persona, decirle a quien tiene en frente que lo que lleva puesto le marca el michelín, que debería adelgazar un poco, que su nariz es fea o que tiene cuatro pelos, por ejemplo. ¿Por qué en redes sociales sí?
Impunidad, como he explicado. Se tiene aún la sensación de que “todo vale” en redes sin darnos cuenta de que cada vez están más reguladas.
Me parece que, en líneas generales, se dan dos formas de hacerlo: quienes critican abiertamente y con la clara intención de hacer daño (y no se molestan en disimularlo) o quienes emiten la misma crítica dañina pero respaldándose tras un ‘sin ánimo de ofender’. Estos últimos, ¿de verdad se creen que por acompañar su comentario de esa “muletilla” éste va a resultar menos hiriente? ¿O es solo una forma de autoconvencerse o defenderse a sí mismos ante posibles reproches futuros?
La muletilla responde a lo que comentábamos al principio, el control social, la reprobación del resto, que puede tacharnos de maleducados. Insulto porque no temo al castigo legal pero añado la muletilla porque temo a la reacción de mis iguales. La ética del cuidado, la solidaridad con los demás, según Gilligan, podrían estar también detrás de esa muletilla, como expresiones positivas de desarrollo moral distintas y asociadas al género femenino.
¿Qué consecuencias traen para el individuo que recibe estos comportamientos? ¿Y para el que los protagoniza?
Bueno, para quien los recibe, me sirve aquel dicho: no hiere quien quiere sino quien puede. Siempre he dicho que deberíamos tener las espaldas algo más anchas en redes. Como plazas, ágoras públicas que son, acogen a todo tipo de público, el nuestro y el que no lo es. En este sentido, son una oportunidad de escuchar a nuestro público, recoger su opinión y crítica constructiva, conversar con él… pero hay que saber ignorar al resto. No estamos acostumbrados a la crítica. Quienes hemos crecido antes de la red, habiendo sido criticados en las plazas clásicas, lo hemos ignorado (“que me critiquen lo que quieran… .mientras no me entere….”). Siempre digo que es absurdo que algunas “celebrities” se ofendan por críticas dirigidas a su físico, a no ser que sean modelos. Si uno/a es escritora/escritor, científico, actor, político o cualquier otra cosa no vinculada al físico, los insultos en ese sentido no deberían ofenderle.
Finalmente hay herramientas, también en redes, para filtrar, de entre la amalgama de comentarios que pueden surgir de estas plazas salvajes, los de la gente que nos interesa. Si bien no deberían afectarnos cierto tipo tipo de insultos, todas/os podemos tener un mal día, con lo cual la prevención (bloquear, crear listas, silenciar, dejar de seguir….) es una buena estrategia. Es lo que hacen, de hecho, los denominados nativos digitales, que lo son en este sentido y saben gestionar mucho mejor estos temas.