Escribe: José Quintanal
Recientemente, tuve ocasión de visitar, y estudiar de un modo detallado, una de las universidades latinoamericanas de Educación a Distancia. Y he de mostrar mi satisfacción por lo que me encontré: el enorme impulso que esta modalidad de enseñanza está cobrando por aquellos lares. Precisamente, porque estoy convencido, como otros muchos antes que yo ya lo han manifestado, que ésta es una de los mejores aportes que se puede hacer a un país en vías de desarrollo, para estimular su crecimiento, y contribuir a la mejora de su sociedad.
Recientemente, tuve ocasión de visitar, y estudiar de un modo detallado, una de las universidades latinoamericanas de Educación a Distancia. Y he de mostrar mi satisfacción por lo que me encontré: el enorme impulso que esta modalidad de enseñanza está cobrando por aquellos lares. Precisamente, porque estoy convencido, como otros muchos antes que yo ya lo han manifestado, que ésta es una de los mejores aportes que se puede hacer a un país en vías de desarrollo, para estimular su crecimiento, y contribuir a la mejora de su sociedad.
En América Latina, más en unos
lugares que otros, he comprobado que no resulta fácil estudiar. Pero no por
eso, dejan de hacerlo. Muy al contrario, muestran un interés que ya quisiéramos
en este lado del charco, para bastantes de nuestros estudiantes. Sobre todo,
cuando se trata de poblaciones rurales, cuyo acceso a la cultura y a los
medios, no resulta fácil, ni siempre posible. No obstante, la pasión por el
saber, el compromiso con su cultura y la convicción de su responsabilidad
social, mueve la iniciativa de sus estudiantes para salvar cuantos escollos, la
sociedad moderna pone en su camino. Y lo hacen con sentido creativo, pues son capaces incluso de positivizar las
dificultades y aprovecharlas en el propio beneficio. Veamos un ejemplo: si algo
ha supuesto la sociedad de la globalización, precisamente ha sido la
generalización de las comunicaciones, de modo que un móvil resulta ya un bien
primario para todo ser humano, pero en un contexto deprivado no permite mucho
más que la comunicación interpersonal pues el acceso a las redes del
conocimiento requiere conexiones potencialmente superiores que no existen. Las
columnas y antenas de telefonía, satisfacen el servicio básico, y con cierta
precariedad, en algunos casos. Pues he visto cómo en estos contextos, los
estudiantes son capaces de crear sus propias redes de trabajo, donde desarrollan
sus aprendizajes conjuntamente, lejanos físicamente pero estrechamente unidos en
sus intereses por la telecomunicación. Como se ve, trabajan igualmente en red, y
tengan ustedes la seguridad de que forman un conglomerado cultural que comparte
ilusiones junto a dificultades y que son capaces de sumar esfuerzos en
beneficio del mutuo conocimiento.
Otro ejemplo hemos podido verlo
en el acceso que estas poblaciones (indígenas, en su mayoría) tienen a la
cultura escrita. Convencidos del aporte que supone ésta, “se empapan” como
otros estudiantes, en marcos más desarrollados, no hacen y, aprovechando sus
potencialidades, memorizan, reflexionan y sobre todo, proyectan en realidades
específicas, ese espacio de saber que les aportan los libros que a sus manos
llegan.
Resulta modélico, cómo la
dificultad estimula el afán de superación y esas condiciones sociales que, a
priori pudieran resultar decadentes, son capaces por el contrario de regenerar
el aprendizaje. Además, lo hacen con cierto carácter integrador, devengándolo,
como decimos, no sólo en beneficio propio, pues es toda la comunidad de su
entorno, allá en las montañas andinas o centroamericanas, quien se beneficia de
sus estudiantes. Así se explica el carácter benemérito que algunos estados otorgan
a estas universidades, pues responde a la proyección cultural que tienen sobre
las comunidades circundantes. De este modo se estimula el desarrollo de los
pueblos. Y hoy día, esta ya es una realidad de la que podemos hablar (yo iría
más allá en el compromiso de estimular y ayudar)pues el potencial de la
enseñanza a distancia, comienza a extender, en este marco americano, su abanico
de posibilidades. Tiene por delante, un futuro muy prometedor, el cual, estas
gentes, sencillas, recias y firmes, podrán protagonizar, con unas
instituciones, educativas pero también educadoras que, convencidas de su misión, tienen la visión clara de los valores
que son capaces de desarrollar. Seguiremos comentando el tema.
2 comentarios:
Me parecen muy loables estas estrategias de educación apoyadas en la Educación a Distancia, y en cierto modo no me sorprende la capacidad de superación de estos alumnos que se crecen ante la adversidad. Fumdamento mi postura en que en nuestras sociedades tan modernas, todo proceso de enseñanza-aprendizaje se ofrece de forma relativamente fácil; tenemos tantas posibilidades de educarnos en todas las facetas de nuestra vida, que ya no les damos la importancia que deberían tener.
Es justo en esos lugares, donde la educación tiene tan elevado precio personal, donde realmente saben el valor de la misma y la aprecian como el bien más valioso que se les pueda brindar, y donde la resiliencia se hace patente en cada uno de estos alumnos, que superando todos los obstáculos consiguen formarse no sólo por su bien propio, sino también por el de toda la comunidad.
Este artículo me llena de esperanza, porque creo firmemente, que el progreso de cada pueblo y nación viene dado indudablemente por la educación y formación de cada persona.
Saludos Cordiales.
Loli.
He tenido el privilegio de trabajar durante 30 años en una "universidad a distancia" suramericana y, a pesar de que no todo ha sido "color de rosa" en todos esos años, estoy convencida de las bondades de este sistema para la población estudiantil que no tiene posibilidades de acceso a las instituciones presenciales.
Saludos cordiales,
María B.
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