La mayor sofisticación del uso educativo de Internet no consiste en añadir el artefacto de moda al esquema de aula, consiste más bien –y entre otras cosas- en saber encontrar respuestas más sustanciales, pedagógicamente más jugosas, a las preguntas que mueven la acción educativa. Recordemos, la finalidad de la educación no es usar Internet, si ésta mejora las condiciones socioculturales de aprendizaje bienvenido sea, claro está.
Entre estas viejas preguntas pedagógicas que mueven lo educativo está una que es invisible al aula: ¿con quién aprender? Creo aquí, los entornos de aprendizaje en red pueden darnos oportunidades interesantes de pensar la interacción educativa. Es más, si muchos cursos masivos, online y abiertos (MOOC) respondiesen la pregunta ¿con quién aprender? con la importancia que merece, seguro que las cualidades masivo, abierto y online serían sólo anécdotas de los diseños y acciones educativas en red.
Pero bueno, antes que siga, mi idea en este post es presentar un artículo que he publicado en Cuadernos de Pedagogía, Nº 435, Junio 2013 donde, recuperando la visión de Sociedad Red de Castells, la teoría sociocultural del aprendizaje entroncada en la visión de Vigostky y apoyado en algunos ejemplos contrastados sobre cooperación y aprendizaje basados en la web 2.0, busco encarar la pregunta: ¿con quién aprender?
Aquí reproduzco la cabecera inicial de mi artículo pero que se puede leer en su totalidad haciendo clic en “seguir leyendo...”, a final.
"¿Con quién aprender?" puede ser una pregunta retórica en el aula. Con el profesor, si no, ¿con quién? No obstante, buscar una respuesta a la misma pregunta en un entorno tecnosocial, como el que describe Internet, puede abrir otras pistas de reflexión pedagógica sobre la cultura de la interacción educativa pensada como condición social de aprendizaje. Esto es, el uso educativo de Internet no consistiría solo en añadir un sofisticado mobiliario al aula para mejorar la enseñanza, sino que dejaría abierta la puerta a otros flujos, lenguajes y dinámicas de interacción social en red, muchas de ellas ajenas a la forma estándar de relación entre profesor y estudiantes, con las que es preciso representar el aprendizaje y el desarrollo de la pedagogía. Buena parte de esta mirada consiste en responder a las preguntas educativas de siempre, pero desde el enfoque social y cultural que entraña el uso educativo de Internet. Pensar y actuar en red es el residuo cognitivo que añade Internet a la pedagogía.
Internet no divide la realidad, crea más bien una capa tecnológica de acción en red, en la que nos alojamos, nos representamos y en la que proyectamos acciones que forman parte de nuestros más domésticos repertorios. Apoyados en esta capa tecnológica, buena parte de los procesos sociales ha abierto otros horizontes de interacción tanto en los procesos productivos y laborales, como en el ejercicio de la democracia y la ciudadanía, en las manifestaciones artísticas, en los modelos de consumo y producción cultural, en las alternativas de expresión afectiva, en las formas de comunicación periodística, en las opciones recreativas y otras formas de acción social, que de forma general Castells reconoce como "sociedad red". Pero ¿qué sucede cuando Internet, el arquetipo de una forma global de interacción en red, empieza a formar parte del aprendizaje y de la educación?
La educación formal ni ha sido ajena a las diversas tecnologías del aprendizaje, ni es indemne a estas tecnologías digitales en red. Y aunque Internet no resolverá los temas tan complejos, amplios y agudos de la educación, estar al margen de sus potencialidades agravaría la gran brecha digital, léase cultural, que separa aprender gestionando información y comunicación en una nueva territorialidad interconectada. Este provecho educativo, que debe ir más allá de la inserción mecánica, frenética y a veces frívola de "soluciones tecnológicas" en el perímetro de la actividad escolar, pasa por pensar y repensar educativamente la herramienta. Por tanto, el eje central de este proceso de apropiación de Internet por la escuela no consiste en una apropiación física del artefacto –Internet está más presente fuera que dentro de la escuela–, sino más bien en la construcción de un marco representacional que indique qué hacer con las funciones sociales y culturales que añade educar en red. La escuela no requiere soluciones tecnológicas para usar Internet, requiere soluciones educativas pensadas en red.
De la misma forma que traducir un poema a otro idioma es crear otro poema, "trasladar" la dinámica educativa de una asignatura a Internet es crear otra acción educativa. Por ello, si la apropiación educativa de Internet implica un cambio en la noción de interacción, es lógico entender que esta apropiación se plantee como un imperativo pedagógico que intente evaluar la noción de educabilidad en red. Las viejas y necesarias preguntas que caracterizan el desarrollo de la pedagogía –para qué, qué, cómo, cuándo, con qué, con quién o dónde aprender– adquieren otros matices que rebasan la magnitud física y cultural del aula.
Buena parte de este sesgo pedagógico –no solo didáctico– sobre Internet se está abriendo con intensidades distintas, pero de lo que no hay duda es de que está dando la oportunidad de responder de forma distinta a una serie de expectativas educativas. Está en el tintero un núcleo de trabajo, investigación y desarrollo que bien puede denominarse "pedagogía de la virtualidad", que, sin dejar de ser teórica, es fundamental para la práctica educativa en la actualidad. Entre todas esas nociones que reconfiguran la educación en Internet, aquí, de manera gruesa, se intenta añadir a la reflexión pedagógica la necesidad de repensar el aprendizaje en las condiciones socioculturales que describen aprender y enseñar en un entorno en red, unas condiciones inéditas al contexto del aula. La visión sociocultural de Internet, de forma general, ofrece a la educación la perspectiva necesaria para reconocer el papel de "el otro" en la educación; esto es, abre un mundo de nuevas respuestas a la pregunta: ¿con quién aprender?
Internet no divide la realidad, crea más bien una capa tecnológica de acción en red, en la que nos alojamos, nos representamos y en la que proyectamos acciones que forman parte de nuestros más domésticos repertorios. Apoyados en esta capa tecnológica, buena parte de los procesos sociales ha abierto otros horizontes de interacción tanto en los procesos productivos y laborales, como en el ejercicio de la democracia y la ciudadanía, en las manifestaciones artísticas, en los modelos de consumo y producción cultural, en las alternativas de expresión afectiva, en las formas de comunicación periodística, en las opciones recreativas y otras formas de acción social, que de forma general Castells reconoce como "sociedad red". Pero ¿qué sucede cuando Internet, el arquetipo de una forma global de interacción en red, empieza a formar parte del aprendizaje y de la educación?
La educación formal ni ha sido ajena a las diversas tecnologías del aprendizaje, ni es indemne a estas tecnologías digitales en red. Y aunque Internet no resolverá los temas tan complejos, amplios y agudos de la educación, estar al margen de sus potencialidades agravaría la gran brecha digital, léase cultural, que separa aprender gestionando información y comunicación en una nueva territorialidad interconectada. Este provecho educativo, que debe ir más allá de la inserción mecánica, frenética y a veces frívola de "soluciones tecnológicas" en el perímetro de la actividad escolar, pasa por pensar y repensar educativamente la herramienta. Por tanto, el eje central de este proceso de apropiación de Internet por la escuela no consiste en una apropiación física del artefacto –Internet está más presente fuera que dentro de la escuela–, sino más bien en la construcción de un marco representacional que indique qué hacer con las funciones sociales y culturales que añade educar en red. La escuela no requiere soluciones tecnológicas para usar Internet, requiere soluciones educativas pensadas en red.
De la misma forma que traducir un poema a otro idioma es crear otro poema, "trasladar" la dinámica educativa de una asignatura a Internet es crear otra acción educativa. Por ello, si la apropiación educativa de Internet implica un cambio en la noción de interacción, es lógico entender que esta apropiación se plantee como un imperativo pedagógico que intente evaluar la noción de educabilidad en red. Las viejas y necesarias preguntas que caracterizan el desarrollo de la pedagogía –para qué, qué, cómo, cuándo, con qué, con quién o dónde aprender– adquieren otros matices que rebasan la magnitud física y cultural del aula.
Buena parte de este sesgo pedagógico –no solo didáctico– sobre Internet se está abriendo con intensidades distintas, pero de lo que no hay duda es de que está dando la oportunidad de responder de forma distinta a una serie de expectativas educativas. Está en el tintero un núcleo de trabajo, investigación y desarrollo que bien puede denominarse "pedagogía de la virtualidad", que, sin dejar de ser teórica, es fundamental para la práctica educativa en la actualidad. Entre todas esas nociones que reconfiguran la educación en Internet, aquí, de manera gruesa, se intenta añadir a la reflexión pedagógica la necesidad de repensar el aprendizaje en las condiciones socioculturales que describen aprender y enseñar en un entorno en red, unas condiciones inéditas al contexto del aula. La visión sociocultural de Internet, de forma general, ofrece a la educación la perspectiva necesaria para reconocer el papel de "el otro" en la educación; esto es, abre un mundo de nuevas respuestas a la pregunta: ¿con quién aprender?
Este post ha sido publicado originalmente en Educación y Virtualidad. Autorizada por el autor su publicación en este Blog CUED.
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