Escribe Angel Fidalgo
Si buscamos definiciones académicas o científicas de innovación educativa podremos ver que las palabras “cambio” y “mejora” aparecen de forma constante, como por ejemplo, “la innovación educativa es la aplicación de una idea que produce cambio planificado en procesos, servicios o productos que generan mejora en los objetivos formativos” (*). Habitualmente estas definiciones se refieren al contexto global; es decir, que si se hace innovación esta debería afectar a todo el sector educativo.
(*) Sein-Echaluce, M.L, Fidalgo-Blanco, A y Alves, G (2016). Technology behaviors in education innovation. Computers in Human Behavior, Vol 72, pp 596-598. 2017. http://dx.doi.org/10.1016/j.chb.2016.11.049
Aplicar la definición textualmente plantea ciertos dilemas. Por ejemplo, un profesor que utilice por primera vez en su vida una presentación por ordenador en sus clases teóricas cumple la definición de innovación educativa (ha realizado cambio y mejora). Si el contexto considerado es su propia asignatura, si se podría decir que hace innovación (solo en su asignatura). Pero en un contexto general como es el sector educativo sería evidente que no constituye ninguna innovación en la actualidad.
Esta situación hace que parte del profesorado que innova no sepa si lo está haciendo a nivel global (como para presentar su innovación en un congreso, por ejemplo), o solo lo está haciendo para su asignatura (en ese caso si presenta esa innovación a un congreso se la rechazarían). Dicho de otra forma, no sabe si es un profesor innovador o simplemente está desactualizado y cualquier cosa le parece novedosa.
Sin embargo hay otra definición de innovación educativa que no plantea ningún dilema ya que no distingue contextos globales o locales, no tiene en cuenta lo que le digan en un congreso y, sobre todo, tiene unos indicadores fáciles de identificar. Se trata de considerar el planteamiento emocional de la innovación educativa.
Usted sabrá que está haciendo innovación si:
- Es inconformista. No está de acuerdo con la tasas de fracaso escolar de su alumnado.
- Se centra más en lo que usted puede hacer por mejorar la situación que en echar la culpa (aunque la tenga) al sistema educativo, a los políticos, a la dirección del centro, a lo mal preparados que llega su alumnado, etc.
- Es emprendedor. No espera a que las leyes educativas cambien (lo hacen a menudo) y arreglen la situación (esto no suele ocurrir), sino que decide dar el paso, armarse con lo que encuentre a su alcance y dar la batalla al fracaso escolar, aunque sea en solitario.
- Es profesional amante de su trabajo. No le mueve ni la fama, ni el dinero ni el reconocimiento. Sencillamente es su alumnado lo que le mueve.
- Es vocacional y “a-vacacional” ya que utiliza su tiempo libre y de vacaciones para continuar trabajando.
Pero quizás lo más importante no es si realmente está o no está innovando a nivel global, lo más importante es que gracias a su acción, lo que sí está contribuyendo es a mejorar la educación de su contexto más cercano y eso es como encender una velita que contribuirá a iluminar la oscuridad del mundo, por tanto contribuye a la mejora formativa global. Debido a las características de nuestro sector, lo que marca la diferencia de una buena formación o mala formación es su profesorado (y el que realiza innovación emocional es el mejor del mundo).
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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