Escribe Ángel Fidalgo
El principal planteamiento de Alcohólicos Anónimos es el apoyo mutuo a través de una comunidad de personas que comparten una experiencia común. Una experiencia a menudo de retos, esfuerzos y superación. La experiencia es clave para ayudar a otras personas a conseguir una meta, en este caso es dejar la bebida. Realmente el planeamiento es tremendamente sencillo y eficaz ¿Quién puede ayudar a una persona a dejar la bebida? Pues otra que ya lo ha conseguido. Si además las personas que quieren dejar la bebida se apoyan, cooperan y comparten experiencia, el resultado es espectacular.
Los grupos son locales, es importante la proximidad, pero hay una comunicación con otros grupos tanto a nivel nacional como internacional. De esta forma se aumenta y difunde el efecto.
¿Por qué no aplicar este planteamiento en innovación educativa? La persona que ha innovado a menudo ha recorrido un camino de esfuerzo, de superación y retos. Así pues, ¿quién mejor para ayudar al profesorado que quiere realizar innovación educativa?
Se pueden hacer grupos por proximidad, por ejemplo todo el profesorado que ha innovado o quiere innovar en un centro de formación concreto. La heterogeneidad de asignaturas, visiones y objetivos enriquecerían al grupo. Además los grupos pueden estar en contacto con otros grupos más lejanos, con lo cual se podría compartir la experiencia entre unos y otros. Esta red de grupos lo que conseguiría es que cualquier avance en un grupo se podría compartir con el resto.
Pues nada, yo intentaré realizar una “Asociación de Innovadores Anónimos” en mi centro (o en centros cercanos). Ya os iré contando.
Si alguien se anima podemos compartir a través del hashtag #innovadores-anonimos
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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