En esta serie de entradas sobre la transformación digital de las universidades, una vez que hemos hablado de (1) qué es y (2) cómo abordarla, ha llegado el momento de hablar de cómo medirla. En este mundo actual dirigido por los datos, lo que no se mide no existe. Medir es necesario para mejorar. Pero medir no es suficiente, hay que establecer planes de mejora. Así que si el modelo que utilizamos para la medida además de decirnos el estado en el que estamos nos da pautas para la mejora, ¡miel sobre hojuelas! Es por ello por lo que no vamos a limitarnos a enumerar una serie de indicadores para medir la transformación digital, si no que vamos a plantear un modelo de Transformación Digital para las Universidades (TD4U).
Digitalizar es usar las tecnologías de la información para ofrecer soluciones más eficientes a necesidades ya existentes. Sin embargo, la transformación digital consiste tanto en digitalizar como en detectar cual es el potencial de una tecnología para transformar los procesos universitarios o crear nuevos servicios o procesos estratégicos basados en dicha tecnología. El 78% de los líderes universitarios que participaron en el estudio Digital Transformation in Higher Education de Navitas Ventures están optando por digitalizar parcialmente sus operaciones actuales y al mismo tiempo contemplando la creación de nuevos modelos digitales. Esto parece una estrategia razonable, ya que la transformación digital se apoya en la digitalización ya existente en la mayoría de las universidades. Por tanto, entendemos que la capacidad de cambiar o crear nuevos procesos es una de las características fundamentales de la transformación digital.
Por otro lado, la tendencia al hablar de la transformación digital es poner el foco en la tecnología. Pero no basta con tecnología. Se ha hablado de ello con anterioridad en este blog, tanto nosotros (ver aquí), como otros autores(ver aquí y aquí). Es la estrategia la que debe dirigir la transformación digital. Por ello entendemos que la capacidad de crear procesos de carácter estratégico es el otro eje fundamental de la transformación digital.
A partir de estas dos dimensiones, hemos diseñado la cuadrícula de la transformación digital que podemos ver en la figura, y que establece distintas situaciones en las que se puede encontrar una universidad con relación al impacto de las tecnologías de la información:
- Gestión digital: las tecnologías ayudan a hacer más eficientes los procesos ya existentes pero que no son estratégicos para la universidad.
- Innovación digital: las tecnologías posibilitan la creación de nuevos procesos o transforman los existentes de manera disruptiva, pero sin convertirlos en procesos estratégicos para la universidad.
- Gobierno digital: las tecnologías se aplican a procesos ya existentes pero que al ser gobernados de manera adecuada se convierten en estratégicos para la universidad.
- Transformación digital: el alto potencial de una nueva tecnología provoca la creación de nuevos procesos de negocio disruptivos y estratégicos para la universidad.
Los cuadrantes no tienen porque ser del mismo tamaño. Por ejemplo, una universidad podrá dedicar la mayor parte de sus esfuerzos a la digitalización de la gestión (por ejemplo, un 50%), distribuyendo el resto de manera equilibrada entre innovación y gobierno digital (20%), y dedicando el 10% restante a la transformación digital. Pero todo dependerá de la estrategia de la universidad. Una universidad que se considere puntera podría tener una distribución de 30% a gestión (ya lleva muchos años apostando por la digitalización), 25% a innovación y gobierno y 20% a transformación. Y una universidad que se considere seguidora y tenga una política TI conservadora podría dedicar el 80% a gestión, haciendo muy poca innovación y gobierno (10% en cada uno, ya que no lo necesita al copiar lo que hacen otros) y no preocupándose de la transformación.
La transformación digital no se basa únicamente en la tecnología utilizada, si no que depende del uso que se hace de la misma. Veamos con un ejemplo sobre la docencia las fases de madurez de una tecnología con relación al modelo TD4U. En un primer momento, las TI soportaban las asignaturas de nuestras titulaciones mediante un LMS (Learning Management System), como Moodle, Sakai, Blackboard o similares. Estas plataformas son usadas por nuestros propios estudiantes y ofrecen los mismos contenidos que se ofertan presencialmente, pero con la posibilidad de utilizar nuevos soportes (video, imágenes, presentaciones, textos, etc.), estar en todo momento accesible vía web y con distintas posibilidades de interaccionar (foros, chats y otras herramientas de comunicación). En este caso podemos establecer que la universidad está gestionando digitalmente sus cursos pues está haciendo más eficiente al proceso formativo clásico.
Sin embargo, si la universidad decide avanzar hacia el gobierno digital, lo que podría hacer es apostar por ofrecer cursos online de las temáticas relacionadas con sus líneas estratégicas. Por ejemplo, para una universidad que es competitiva por su investigación y formación en agroalimentación puede resultar conveniente ofrecer formación online en esta área por medio de una plataforma interactiva y disponible 24×7. No es necesario digitalizar todos los cursos, si no que la universidad prioriza y apoya aquellos que forman parte de las líneas estratégicas de la institución. De esta manera, los cursos pueden tener como objetivo captar nuevos estudiantes de todo el mundo interesados en formación de calidad en agroalimentación, contribuyendo a convertir a la universidad en un referente internacional en el tema, y fortaleciendo su imagen y prestigio.
En cambio, si utilizamos las tecnologías más novedosas de formación online y ofertamos cursos MOOC (Massive Open On-line Course) diremos que hemos entrado en modo innovación digital. Estos cursos, abiertos y masivos, establecen nuevas líneas de negocio (¿gratuitos?, ¿con pago por certificación?, ¿con intensificación presencial?, ¿como complemento a lo presencial?), que se apoyan en las nuevas tecnologías educativas que vayan surgiendo. Complementariamente la universidad puede utilizar a profesores innovadores para experimentar con dichos cursos y las tecnologías asociadas a ellos.
Pero para que estas nuevas líneas de negocio supongan una transformación digital la universidad debe ofertar en formato MOOC sus contenidos más estratégicos, como por ejemplo los agroalimentarios en el caso anterior. Y, junto a ello, debe tener como objetivo captar nuevos estudiantes, ofreciéndoles la mejor interacción posible para aumentar su satisfacción y fortalecer la imagen de la universidad. Con todo lo anterior, el objetivo sería potenciar la línea agroalimentaria en su vertiente de formación, de posgrado, de investigación y de transferencia. Complementariamente, si la universidad ya ha experimentado con la formación virtual y dispone de una pedagogía que la soporte, la puede convertir en una línea estable de formación. En este caso los MOOC se convierten en una apuesta estratégica de la universidad.
Veamos ahora algunos posibles indicadores para medir la madurez digital de las universidades. Siguiendo con el ejemplo utilizado, un objetivo relacionado con las TI y la docencia para una universidad podría ser proporcionar soporte e introducir nuevas tecnologías de apoyo a la docencia presencial. Un indicador del nivel de gestión digital para este objetivo sería “porcentaje de Servicios de Soporte TIC a la Docencia que se proporcionan (sobre un catálogo preestablecido)”. Un indicador del nivel de innovación digital sería “porcentaje de aulas con equipamiento TI avanzado tipo 3 (todos los puestos conectados a Internet o wifi, proyector multimedia, posibilidad de grabar contenidos y/o distribuir la clase en tiempo real y red propia conectada a una pizarra digital)”. Un indicador del nivel de gobierno digital sería “existe una Comisión de Innovación Docente para decidir sobre la implantación de nuevas tecnologías en las aulas”. Y finalmente, un indicador de transformación digital sería “existe un laboratorio de análisis de tendencias tecnológicas para aplicar a la docencia”. Como se puede ver, los indicadores estructurados según el modelo TD4U permiten fácilmente establecer planes de acción para ir avanzando progresivamente hacia la transformación digital.
Como conclusión, en nuestra opinión, no hay que buscar establecer un nivel de madurez para la transformación digital de las universidades. Hay que establecer un nivel de madurez de la implantación de las TI en las universidades. Y la idea sería ir avanzando por este modelo de madurez hasta alcanzar la transformación digital. Para que las tecnologías puedan transformar nuestra universidad, antes hay que garantizar que se gestionan eficientemente, se usan de manera innovadora y son gobernadas adecuadamente. Como ya comentamos con anterioridad (ver aquí), las universidades deben tener cubiertas las necesidades tecnológicas más básicas para poder abordar la transformación digital. Por tanto, la cuestión no es cómo medir la transformación digital de las universidades, si no cómo medir la madurez tecnológica de las universidades.
Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores
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