Pocas cosas hay tan importantes en el desarrollo personal como la capacidad de discernimiento, de análisis, como el pensamiento crítico, en suma, que a través de la reflexión y el cuestionamiento nos permite avanzar en la construcción de nuestro conocimiento, evitando falacias, sorteando sofismas, afinando nuestros juicios sobre los hechos y las circunstancias que nos rodean. En un mundo en el que las informaciones fluyen a velocidad de vértigo, no tener capacidad de discernimiento es como ir "al garete" en una embarcación que se ha quedado sin medios de propulsión y gobierno.
Y es que la capacidad crítica está íntimamente relacionada con la prudencia, esa cualidad que nos lleva a "actuar en el acto", después de haber ponderado las circunstancias. El que no discierne está al albur de los vientos que soplen; el que no distingue es blanco fácil de la manipulación. El que se deja llevar por la pasión ahoga su propia razón.
No quiero hacer un preámbulo de filosofía de la educación, pero no me resisto a señalar que el que no tiene pensamiento crítico no es libre, pues la libertad se manifiesta en la decisión (aunque no se agote en ella, naturalmente) y no está en condiciones de decidir quien no es capaz de discernir, que eso es el pensamiento crítico. Por otra parte, es muy importante en todos los procesos de pensamiento científico, de elaboración de argumentos, de contrastación de hipótesis, etc.
La tabla que he adaptado de su original inglés es muy versátil y puede aplicarse a multitud de tareas dentro del trabajo intelectual, en cualquier nivel educativo y cualquier materia. Ante una tarea intelectual sería bueno acostumbrar a nuestros alumnos a hacerse algunas o muchas de estas preguntas. ¿Qué decir de los alumnos más capaces?
Espero que os resulte de utilidad en vuestro trabajo como educadores: padres o profesores.
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