martes, 26 de noviembre de 2019

Twitter y opinión pública. Una perspectiva crítica para un horizonte educativo

Escribe [i] Vicent Gozálvez
Teoría de la Educación, Universitat de València
En este artículo reflexionamos, desde una perspectiva teórica y crítica, sobre el modo en que la opinión pública es configurada actualmente por las redes sociales, centrándonos en el caso de Twitter. Más allá de un concepto puramente sociológico o fáctico de «opinión pública», aportaremos argumentos para ampliar su significado en defensa de un modelo de democracia deliberativa. Para ello nos servimos de algunos constructos reputados en el ámbito de la comunicación social, como el de la «espiral del silencio» o el de los «nichos digitales», los cuales ayudan a interpretar el fenómeno de las redes sociales desde una hermenéutica crítica. Nuestro análisis de Twitter, en tanto que «plataforma de opinión pública», pretende ofrecer las claves para construir un horizonte educativo, entendiendo que uno de los fines de la educación en democracia es el de formar a la ciudadanía en relación con las corrientes de opinión digitalmente conformadas, especialmente las que sustentan movimientos políticos de corte populista y agravadas por la propagación de noticias falsas (fake news). Tras ahondar en la dimensión socio-política de redes sociales como Twitter, en el presente texto concluimos proponiendo un concepto normativo de «opinión pública interactiva», propuesta que se concretará en un conjunto de competencias educativas a nivel epistemológico y ético-cívico en relación con el uso democrático de las redes sociales.
En nuestro entorno comunicativo es un hecho cada vez más patente el impacto de las redes sociales en la creación de corrientes de opinión socio-política o, dicho de otro modo, en la configuración de un estado de opinión social con fuertes repercusiones en el ámbito de la política institucional. Sin embargo, afirmar esto exige analizar cuestiones fundamentales como las siguientes: ¿a qué cabe llamar opinión pública? ¿Se configura ésta de un modo adecuado en las redes sociales, o más bien imperan en ellas la manipulación, el discurso empobrecido y adulterado, la propagación de falsedades o medias verdades con gran fuerza comunicativa y con efectos contundentes en la realidad política? ¿Podemos realmente llamar «opinión pública» a ese estado de opinión-en-red, construido sobre prácticas tan cuestionables políticamente como pedagógicamente poco edificantes?
Quizás la primera constatación internacional de la relevancia de las redes sociales o social media en unas elecciones democráticamente constituidas se produjo en la campaña que por primera vez aupó a B. Obama a la Casa Blanca. Pero la percepción del papel de las redes sociales en estos procesos políticos está sufriendo un cambio radical como consecuencia de la llegada de D. Trump a la presidencia de EE. UU., especialmente por el uso intensivo de Twitter tanto en su campaña electoral como en los comunicados presidenciales con alcance nacional e internacional (por ejemplo, 52.033.110 seguidores y 37.575 tuits en mayo de 2018).
El caso de Trump no es un fenómeno aislado, pues Europa no se libra de tendencias políticas de similar naturaleza reflejadas digitalmente en la opinión pública, desde el avance de nacionalismos de corte xenófobo en Francia, hasta la campaña del Brexit en el Reino Unido o la irrupción del independentismo en España…, todo ello dentro de un estilo de comunicación política populista, es decir, una comunicación que exalta un «nosotros» homogéneo y cerrado, deslizándose hacia un discurso del odio al diferente (Jagers y Walgrave, 2007).
Circunstancias como éstas invitan a replantear el significado y alcance de la expresión «opinión pública», revisión que conduce a explorar en los diferentes modelos de democracia y de representatividad actuales. Es decir, ¿cuál es el rumbo de los actuales sistemas democráticos, en donde los actos de una opinión pública en red son tan intensos como inéditos en la historia política de las sociedades modernas?
Hablar de la opinión pública en las redes sociales no se reduce a hablar de los movimientos de opinión en Twitter. Sin embargo, Twitter se muestra como herramienta especialmente interesante para medir la opinión pública dado que el formato de microblogging representado por esta plataforma posibilita que los datos de relevancia socio-política sean fácilmente accesibles de forma masiva e inmediata.
De hecho, algunas investigaciones como las que citamos en el artículo llegan a la conclusión de que las redes sociales, especialmente Twitter, son más consumidas por las audiencias a la hora de obtener información de carácter político que cualquier medio convencional.
Las redes sociales son un modelo paradigmático y muy celebrado de comunicación horizontal, que está presente en buen número de movimientos sociales y políticos en los últimos años. Hay incluso numerosas pruebas de su potencial educativo como espacio para encontrar y compartir información, o para colaborar interactivamente en la construcción del conocimiento. Twitter se usa como plataforma interactiva para canalizar y organizar movilizaciones colectivas que sin duda contribuyen a empoderar a la ciudadanía y que permiten la participación directa en asuntos públicos de interés nacional e internacional.
Pero la irrupción de líderes políticos con fuerte presencia y patente sagacidad para influir a su favor, junto con la irrupción de un discurso sesgado, visceral y poco argumentado, claramente manipulador cuando no rotundamente falaz por parte de muchos usuarios, hace que redes sociales como Twitter dejen de ser una tecnología de la conectividad en paralelo, que ayuda a profundizar en la democracia, y se conviertan en un nuevo medio para la segmentación de opiniones con un fuerte componente emocional, que en poco contribuye a la regeneración democrática de una sociedad.
En el presente artículo analizaremos éstas cuestiones usando una metodología hermenéutica crítica, basada en la interpretación y relectura de textos de acuerdo con criterios prácticos (sociales, éticos y políticos), y con un doble objetivo: (1) indagar en la nueva relación entre redes sociales (especialmente Twitter) y opinión pública, y (2) ofrecer un marco teórico válido para la acción educativa en relación con los medios y redes sociales como Twitter, acción que es clave para la deliberación pública en sociedades hiper-comunicadas como las presentes.
Concluimos nuestro artículo con una propuesta pedagógica que habla de las competencias (tanto epistemológicas como éticas) que es menester desarrollar educativamente para crear una auténtica opinión pública interactiva, más ponderada, más argumentada y deliberativa, en suma más sensata y válida desde una perspectiva democrática y cívica.
Cómo citar esta entrada:
Gonzálvez, V. (2019). Twitter y opinión pública. Una perspectiva crítica para un horizonte educativo. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/6805
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores

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