Por Lorenzo García Aretio
Hoy exponemos una síntesis de aspectos esenciales del tercer artículo de RIED más citado de 2022, de entre todos los publicados (34) en ese año, Vols. 25(1) y 25(2). Es decir, uno de los artículos de RIED que más impacto han generado. Al final aparece la referencia del trabajo y el enlace para poder consultarlo, junto a las fuentes bibliográficas del artículo. Las citas en este caso hasta el día de la fecha en Google Scholar, son un total de 93. Y, por otra parte, aquí se muestran todos los artículos resumidos en esta serie.
La pandemia de Covid-19, que estalló en la primavera de 2020, generó un cambio sin precedentes en los sistemas educativos a nivel global, obligando a la transición repentina hacia la enseñanza online. En España, las universidades, que tradicionalmente han sido presenciales, se vieron obligadas a implementar la docencia virtual debido al estado de alarma y los confinamientos. Aunque muchas de ellas ya contaban con plataformas tecnológicas para el apoyo educativo, la adaptación completa a la enseñanza en línea representó un gran desafío para las instituciones y el profesorado, quienes debieron ajustar sus metodologías docentes y sistemas de evaluación de manera urgente y sin planificación previa.
Los autores de este artículo señalan que uno de los grandes retos durante este proceso fue garantizar la calidad de la enseñanza online. Para lograr un aprendizaje eficaz mediante el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), es esencial planificar y considerar tanto la interacción tecnológica como pedagógica. A pesar de que las universidades disponen de más recursos para la enseñanza en red que otros niveles educativos, la transición abrupta no fue sencilla. En este contexto, la Red Española de Agencias de Calidad Universitaria (REACU) formuló un acuerdo para garantizar la continuidad de los estudios universitarios, abarcando la modificación de metodologías y la evaluación, así como la previsión de recursos tecnológicos para los estudiantes.
La evaluación, un aspecto crítico de la enseñanza, también tuvo que transformarse en función de las necesidades y posibilidades de los cursos impartidos. La evaluación en línea exige un replanteamiento de sus métodos, haciéndola más flexible y adecuada tanto para la enseñanza sincrónica como asincrónica. Esta transición ha evidenciado aún más la importancia de considerar la evaluación como un proceso más amplio que la mera calificación, especialmente en entornos virtuales.
En cuanto al apoyo institucional, el Ministerio de Universidades y la CRUE crearon recursos en línea para asistir a los docentes en la transición hacia la enseñanza virtual, mientras que las universidades también ofrecieron formación y herramientas para el profesorado. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el proceso de adaptación ha sido brusco, y aún se está en transición hacia una modalidad educativa más consolidada, en la cual gran parte de la enseñanza sigue siendo online o semipresencial.
El uso del e-learning en el ámbito universitario español tiene sus raíces en la década de 1990 y ha pasado por varias fases de desarrollo. Inicialmente, Internet se utilizaba como escaparate informativo, y luego se implementó para la virtualización administrativa. Más tarde, se desarrollaron campus virtuales que permitieron un acceso más amplio a contenidos educativos. Sin embargo, el e-learning no debe confundirse con la educación a distancia tradicional, ya que la primera se apoya en el uso de internet y la tecnología.
A pesar de los avances en la implementación de plataformas virtuales, el éxito de la enseñanza en línea depende no solo de la tecnología, sino también del diseño pedagógico. En este sentido, el rol del docente se transforma, pasando de ser un transmisor de conocimientos a un tutor que guía el proceso de aprendizaje, mientras que el estudiante adquiere un rol más activo en su formación. La motivación del alumnado, la independencia y la colaboración son factores clave en este contexto, ya que el e-learning requiere un cambio de actitud hacia una educación más interactiva y autónoma.
Sin embargo, las limitaciones del e-learning también son evidentes, especialmente cuando se malinterpreta como una simple suma de herramientas tecnológicas sin un cambio de enfoque pedagógico. Para que el e-learning sea eficaz, es fundamental que tanto docentes como estudiantes adquieran competencias tecnológicas mínimas y que se reconozca que la enseñanza en línea es un entorno distinto al presencial, con procedimientos propios.
La pandemia aceleró la adopción de estas modalidades, pero también generó tensiones entre el profesorado, que en su mayoría prefería la enseñanza presencial. No obstante, la crisis también evidenció el potencial de las tecnologías para mejorar las experiencias educativas, y se espera que desempeñen un papel más relevante en el futuro educativo. Estudiar las percepciones tanto del alumnado como del profesorado sobre la enseñanza en línea puede ofrecer valiosas lecciones para mejorar las prácticas educativas en el futuro.
De ahí que este artículo tiene por objeto analizar la percepción del alumnado de segundo curso del Grado de Educación Infantil de la Universidad de Murcia ante esta situación. A través de un estudio descriptivo, realizado a partir de la aplicación de un cuestionario, se trata de profundizar en las herramientas TIC utilizadas en cuanto a la realización de tareas y para la comunicación (entre los mismos estudiantes y con el profesorado); las estrategias seguidas tanto en la modalidad presencial previa a la pandemia, como en la modalidad online posterior implementada; además de la perspectiva personal de los estudiantes ante la situación de cambio.
Los autores concluyen que la educación virtual ofrece la posibilidad de aprender en cualquier momento y lugar, algo crucial durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19, cuando las tecnologías permitieron la continuidad educativa desde los hogares. A pesar de las dificultades, la tecnología fue esencial para mantener la enseñanza, destacando el esfuerzo significativo del profesorado, que debió adaptar sus competencias y estrategias a un entorno no familiar. Esta situación reveló la necesidad de mejorar las competencias digitales tanto del profesorado como del alumnado, siendo clave la formación en estas áreas para facilitar la adaptación a los entornos virtuales.
Un cambio notable en la enseñanza fue la sustitución de la lección magistral por el aprendizaje basado en tareas, especialmente en la enseñanza online, mientras que el trabajo colaborativo se mantuvo como una estrategia importante en ambas modalidades. Este cambio metodológico demostró que un traslado directo de la enseñanza presencial a la virtual, como las videoconferencias, no es suficiente, y que se requiere un cambio pedagógico que considere la personalización e interacción para un diseño pedagógico eficaz.
El uso predominante de documentos textuales como recurso educativo en línea sugiere la necesidad de diversificar hacia recursos multimedia. Además, se observó que los estudiantes prefieren herramientas comunes como WhatsApp o Skype para comunicarse entre ellos, mientras que las plataformas institucionales son utilizadas principalmente para interactuar con el profesorado. También se destacó la importancia de fomentar la comunicación entre estudiantes mediante actividades como debates o exposiciones en línea.
Un aspecto crítico fue el estado anímico del alumnado, muchos de los cuales indicaron un malestar emocional, lo que podría haber afectado su rendimiento académico. Se plantea, por tanto, la importancia de prestar atención al bienestar emocional y motivacional de los estudiantes en la educación virtual. Además, si bien algunos docentes adaptaron sus evaluaciones al entorno online, los estudiantes no siempre percibieron que estas se ajustaran a sus necesidades.
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